“La muerte de un hijo es algo insoportable”
Esta frase que coloque en mi muro
y fue leída por muchos en la red despertó las alertas sobre lo que en carne
propia estaba viviendo con la muerte de los mellizos y la situación presentada
por la Clínica en donde Patología dictaminó que la cabeza había sido
decapitada. Ante la frase colocada en la
red, amigos y familiares empezaron a
contactarnos y hablar con nosotros. Aquí
empezó a ser público el infierno que estábamos viviendo. Recuerdo que mi esposa entró a mi cuenta y
borró la frase con el argumento del derecho a sufrir en la intimidad. Aún se molesta cuando me ve escribir este
artículo y sabe que va a salir a la luz pública.
Una pesadilla familiar que no
termina, primero la muerte de mis dos hijos en estado de gestación en la semana
8 y luego la semana 13.5, posterior a ello, la Clinica nos entrega incompletos
los resultados de patología y cuando telefónicamente les preguntamos, el
laboratorio nos manifestó que no lo había enviado completo porque el feto no
tenía cabeza, le exigimos enviarlo directamente a nuestro correo electrónico. Así, nos enterarnos de
los resultados de patología que el bebé a quien llamamos José Julián, se
encontraba decapitado y con ausencia de cabeza. Irregularidades de la Clinica
pues al no entregar el disco fetal, la historia clínica y no enviar la cabeza a
patología, este laboratorio no podía dictaminar la causa de la muerte del feto.
Cartas de queja, derechos de
petición, solicitudes a Supersalud, la EPSS, Fiscalía, Secretaría de Salud
Departamental, Defensoría del Pueblo, Personería Municipal no se hicieron
esperar. Mientras tanto los directivos
de la Clínica guardaban silencio y las respuestas eran vagas llenas de
supuestos.
Vivimos durante un mes con la
respuesta a un derecho de petición de renglón y medio donde el director médico
decía que: “Muy probablemente se había reabsorbido” Como padre no salíamos del
asombro y la indignación. Unos amigos me donaron la camiseta negra de
luto que decía en letras blancas ¿Dónde está la cabeza de mi hijo? ¿Por qué lo
decapitaron? Y en el centro había en impresión 3D la cabeza de un feto tomada
con las dos manos. En solo un día salí a
la calle a repartir volantes con la camiseta, en los semáforos y pararme frente a la Clínica a
reclamar por la cabeza de mi hijo.
Recuerdo que entraba a las oficinas de la Clínica a preguntar por la
cabeza de mi hijo en un clima de desesperación de un padre que en medio de su
dolor exigía respuesta y la verdad de lo ocurrido.
La Clínica interpuso queja ante
la policía y fiscalía pues estaba hablando mal de la Clínica fuera de
ella. Cuando la policía me abordó le
explique en detalle lo ocurrido y dejaron que continuara en la protesta pues
estaba en todo mi derecho de reclamar y de recibir respuestas a la solicitud
que por carta les había entregado y a la
fecha no había recibido formalmente. Recuerdo que le decía a la Policia que el
delito se había cometido adentro y no afuera de la Clínica.
En una de las muchas visitas al asesor
médico de la EPSS, éste me pregunta de manera algo sarcástica: ¿Y cuál es el delito? Realmente tenía razón al hacer la pregunta,
la Fiscalía no podía tipificar el delito pues no hay cadáver, es muy triste
saber que en la legislación penal Colombiana el No nacido no se le considera
cadáver, y aun cuando sobre él se ejecutare actos de irrespeto, no se
configurará –por más abominable que pudiera resultar el hecho- la conducta de
irrespeto a cadáveres. Por tanto no hay
delito alguno así le hayan decapitado y robado la cabeza de mi hijo. En
síntesis no aplica el art. 204 de la C.N.
Lo anterior gracias a la doctrina alemana y a la tesis de Bindig, Cruser
y Cramer: “ El nacido muerto no es cadáver para efectos legales”.
Podrían preparar un estofado con
la cabeza de mi hijo y no hay delito alguno.
En reiteradas oportunidades
solicitamos una segunda necropsia, la Defensoría nos entregó los documentos que
hacen parte del protocolo para que la Clinica los firmara y esta se negó a
dicho procedimiento pues por ley ellos ya habían cumplido con los estudios de
patología e histopatología para conocer las razones de la muerte del feto. Pero ellos no entregaron el disco fetal ni la
historia clínica a Patología, razones por las cuales no se podía determinar las
causas del deceso.
En varias ocasiones se solicito
la Historia Clinica y se dilató en el tiempo la entrega de la misma.
La Secretaría de Salud me envió a
la Fiscalía con el feto del bebé de 13.5 semanas de gestación y aunque como
padre acudí al cuerpo técnico de investigación y solicite que custodiaran el
cuerpo de mi hijo para una segunda
necropsia a Medicina Legal, ésta no podía hacer nada, no tenía las facultades
para hacerlo. Hasta la Medica Legista de
Medicina Legal nos orientó a todos sobre este caso, realmente no se podía hacer
nada. Salí de la Fiscalía con mi hijo en
las manos. Me decía: “no hay justicia para ellos, solo impunidad
por no haber nacido vivo”.
El día que salimos en las
noticias, las páginas en internet de los diarios digitales publicaron fotos de
la decapitación, eso fue una situación muy difícil e incendiaria en mi
hogar. Recuerdo que amigos llamaban a mi
esposa pues los nombres nuestros aparecían en los documentos violando toda
intimidad. Contactamos a uno de los periodistas
amarillistas y ante nuestra solicitud borraron la nota. Ese día mi esposa por poco va a parar al
psiquiátrico.
En medio del dolor y ante la
falta de respuesta de la clínica pasábamos noches sin dormir y cuando conciliábamos
el sueño emergía una pesadilla que hacía que tuviera que mover a mi esposa para
que saliera de ella. Recuerdo que en una
carta a la clínica la señalaba de responsable de nuestra salud mental si algo
nos llegara a ocurrir.
Los médicos tratantes nos
recetaron pastillas para dormir y empezamos a ser atendidos por los
profesionales en psicología gracias a una tutela interpuesta ante el juzgado 18
civil del circuito.
Recuerdo un sueño en medio de la
rabia por lo ocurrido, estaba iniciando la etapa “Ojo por Ojo”:
Soñé que me contrataron para un
taller de “Etica y Responsabilidad médica”
el taller estaba dirigido a la Junta Directiva de la Clínica. Inicie el taller con una dinámica a cada integrante
de la mesa directiva se le invitaba a firmar un consentimiento informado pues
debido a lo ocurrido con un no nacido el
cual perdió la cabeza, todos iban a realizar una donación para un Parque de la
Responsabilidad y la Ética Medica. Al
principio a todos les pareció interesante la propuesta simbólica. Pero luego, cuando leían el texto empezaron a
darse cuenta que la donación era muy peculiar.
Cada uno cuando falleciera debía entregar su cabeza para colocarla en un
lugar del parque. Algunos quedaron
mustios, otros dijeron que no firmaban, otros decían que si eso era verdad lo
que se estaba proponiendo. El texto era muy claro: Las familias no podrían
velarlos completos pues sus cabezas serían retiradas antes de la velación y
colocadas con el mayor respeto en el parque destinado para tal fin. Ese punto
exaspero a muchos, se escuchaban gritos.
Allí fue cuando uno de ellos dijo y ¿Por qué tenemos que pagar con
nuestras cabezas? ¿Mejor lleguemos a un acuerdo económico con esa familia?
. Y ante esa propuesta empecé a señalar
a cada uno preguntando: ¿Y cuánto vale su cabeza?, la de usted? Y la suya? Todos se quedaron impávidos. Pues señores: “la del feto no nacido no tiene
precio”. Todos asintieron la
cabeza. Sin embargo, ellos no sabían que
yo era el padre afectado. Uno de ellos
menciono: “Menos mal que esto es un
taller”. En ese instante me descubrí
colocando la foto tomada por patología del feto sin cabeza. En el recinto solo había silencio. Fue así que les dije que tenían dos opciones
la pintoresca la cual les había mostrado y la grotesca. Si aceptaban firmar todos el documento
pasarían a la historia como los profesionales de la salud que aceptaron su
falta de ética ante la sociedad. Y si no
lo firmaban, había decidido dejar unos ahorritos para que cuando yo falleciera,
dejaría instrucciones precisas a un grupo de personas las cuales irían por sus
cabezas en el momento de su deceso. Sus
familiares tampoco los velarían con su cuerpo completo. Y sus cabezas nunca sabrían en donde fueron
enterradas o reabsorbidas por algún ácido extraño. Esta acción por parte de las autoridades no
sería un delito para el autor intelectual pues éste ya había fallecido años
atrás. Ante la sin salida de escoger un
mal menor todos se inclinaron por lo pintoresco de mi sueño.
Recuerdo haber contado mi sueño
al médico de la EPS y a los profesionales en salud mental quienes estaban
realmente sorprendidos, aún seguimos en terapia. Afortunadamente mis acciones pasan por la NO
violencia.
Esperamos un fallo de tutela el
cual no se pronunció sobre la pretensión primera, la cual era que nos
entregaran el cuerpo completo de nuestro hijo. Realmente fue una sorpresa para
nosotros pues el tema de vulneración al derecho de conciencia y libertad
religiosa se desestimó.
Durante 45 días mi esposa estuvo
incapacitada, tiempo para cuidar de ella y tiempo para ser absorbido por toda
esta fatalidad.
Varias veces intentamos
infructuosamente reclamar el “cadáver” de mi hijo, pero como dijimos
anteriormente para nuestra jurisprudencia no se le puede llamar cadáver. La primera vez, no me dejaron entrar a la
Clinica, mi entrada fue prohibida. Esta
queja la interpusimos a la EPSS, Supersalud y la misma clínica. La segunda vez
nos solicitaban funeraria para reclamar los “despojos de mi hijo” y la tercera
vez recibimos a nuestro hijo en medio del dolor: un cofre blanco ingresó por la entrada
principal dejando en evidencia que había muerto un pequeño. No pudimos reservar nuestro derecho a la
intimidad pues la enfermera solicitaba el cofre para el procedimiento. Sentimos
que nos refregaban la muerte de nuestro hijo generando más dolor. Realmente una falta de “Tacto” como se los
díjo mi esposa en ese momento a la jefe de enfermeras.
La clínica nos entregó el
certificado de defunción con un error en el apellido de mi esposa y una carta
en donde decía que nos entregaban (1) feto.
Allí hicimos una observación “lo recibimos sin cabeza”.
En familia compramos tierra de un
vivero y tuve la oportunidad con mis propias manos de enterrarle, la tierra
fría caía sobre su cuerpo yerto, fue un acto sanador para mí y mi familia. Ese día me dí cuenta que pagamos para que
otros entierren a nuestros muertos y ser tan solo espectadores. Esa tarea no se puede delegar “enterrar a los
muertos” no es tan solo por misericordia, es un deber y un acción sanadora para
una madre, un padre, un hijo, un hermano, un amigo.
Buscamos la ayuda del Pastor de la Iglesia Luterana
quien con sus palabras y oraciones realizó un acompañamiento espiritual a
nuestra familia.
Con las herramientas adquiridas
en la vida como docente y gracias a la espiritualidad franciscana e ignaciana nos retiramos en familia 4 dias para orar, meditar, dibujar
mandalas, practicar mudras y realizar un taller de espiritualidad desde la
contemplación que días antes había
elaborado. Fue un tiempo muy necesario
de encuentro familiar para tratar de
sanar las heridas de todos.
Hoy todo se centra en la
Secretaría de Salud Departamental y el Tribunal de ética médica quienes
asumieron el caso. Tanto la Fiscalía
como la Supersalud señalaron a la Secretaría de Salud la que debe llevar e
investigar lo ocurrido.
Nunca pensé que un aborto
involuntario sería tan doloroso, fue la experiencia más crítica vivida en 15
años de matrimonio. Los padres no
estamos preparados para afrontar algo similar a lo ocurrido y maximizado por un
resultado abominable de patología o por la prácticas inapropiadas de una
clínica. Como padre no podía dejar a mi
hijo a la deriva y en los deshechos hospitalarios sin verle, sin orar sobre él
y sin poder llevar sus restos a un lugar santo.
Muchos les abandonan y sus
cuerpos quedan a merced de las clínicas para darles un destino, el que ellos
quieran. ¿Cómo es posible que algo tan
deseado para una familia, que despierta toda la ternura del mundo, que
representa la esperanza, la vida misma y el amor de pareja, tenga que ser
abandonado por una madre en una clínica tan fríamente? ¿ Cómo dejar el fruto de
nuestras entrañas en una bolsa roja para terminar en el mejor de los casos en
un horno sin nuestra compañía?
En el caso de las victimas de
mina que acompaño como Defensor de Derechos Humanos, alguno de ellos en alguna
oportunidad comentó haber dicho que el tuvo que enterrar lo que quedó de su pierna. Si eso hacemos por una parte de nuestro
cuerpo, por qué razón tenemos que despreciar e ignorar una realidad y no enterrar a nuestros propios hijos no
nacidos vivos.
Tal vez en el imaginario de
nuestra sociedad le llamemos deshechos biológicos. Y eso precisamente es un claro desprecio a la
vida misma de un ser que se detuvo en su proceso de gestación y que ya era
parte de un grupo familiar. El sistema
de salud Colombiano vulnera el derecho de los padres a reclamar a sus hijos no
nacidos vivos impidiendo económicamente su reclamación. Un familia no cuenta con alrededor de
$1400.000.oo para los servicios funerarios incluyendo cremación, sin contar
osario o el destino final en bóveda.
Como Sociedad debemos promover el
respeto a los No Nacidos Vivos y no dejar abierta la puerta al Sistema de Salud
para que realice acciones contra la ética y la moral. No puede seguir existiendo este vacío o sino
estaremos pronto comercializando como en otros países los restos placentarios y
fetales, o llevando a la mesa algún bocado exótico para alguna práctica caníbal
o desatando con nuestra permisividad como sociedad alguna práctica de brujería
y abominación.
Es necesario un acompañamiento a
cada mujer que aborta involuntariamente no solo por la EPSS, el prestador de
salud o proveedor sino por las ongs. Se requiere de un terapeuta en psicología
que cumpla su labor en los centros hospitalarios y clínicas, de alguien que
haya también vivido esa experiencia y comparta con la afectada y su familia.
Y mientras nos movilizamos
escuchando a un cantautor desconocido que se solidarizó con nuestra historia de
dolor, éste nos regaló la canción en memoria de José Julian y que circula en
las redes. Sin embargo, algo no me deja dormir aún, es eso último a lo que me
refiero, puedo soportar que la cabeza de mi hijo se haya utilizado sin mi
permiso para algún estudio, pero jamás para hechicería. ¡Espero no perder la
cabeza buscando la cabeza de mi hijo pues aún mi familia me necesita!.
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